En las últimas décadas y en lo que va del gobierno del presidente Ollanta Humala, los conflictos sociales se han ido incrementando y trasladándose a varias zonas del territorio nacional. Recordemos los conflictos socio-ambientales ocasionados en Cajamarca, por el proyecto minero Conga, los conflictos socio-ambientales ocasionados en Puno por el proyecto minero Santa Ana, en la región Cusco y Apurímac, por el proyecto minero Las Bambas para estallar en el presente, nuevamente en la zona sur del país, en la región Arequipa por el proyecto minero Tía María. 

Todos estos procesos de conflictividad tienen las mismas características en donde la población está en desacuerdo con esta actividad que pretende extraer recursos minerales del subsuelo, modificando y desapareciendo muchas veces territorios enteros de comunidades campesinas y sus valles agrícolas. De esta manera se ha ido creando sensaciones de miedo (1) en las poblaciones que se sitúan en el área de influencia de estos proyectos mineros a lo largo del territorio nacional. 

Hacia el sur del Perú se ubica el valle del río Tambo, un valle productivo el cual atrae la mano de obra tecnificada en la agricultura, con un aporte de productos agrícolas que abastecen los principales mercados de la zona sur del país y con una producción de carácter de exportación. Para quienes han tenido la oportunidad de conocen este valle del Tambo, les queda una sensación de estar en una zona apacible, con un paisaje de vocación puramente agrícola. 

Sin embargo esta sensación se fue borrando hace siete años del imaginario de los residentes, tiempo en el cual aparece la empresa minera Southern con dos proyectos mineros, Tía María y La Tapada, desatando una gran conflictividad social que paralizó en ese momento a la región Arequipa y la vida productiva del valle del Tambo. 

Luego de que la UNOPS hiciera observaciones al primer EIA, se logró paralizar el proyecto minero Tía María, dejando muertos y heridos en la población que se asienta en este valle y con ello la sensación del miedo de que en algún momento el Estado le dé la autorización a la empresa minera Southern, para continuar la ejecución del proyecto minero Tía María. 

En el presente año ésta sensación de miedo fue creciendo en la población y dirigentes del valle del Tambo, ya que la empresa minera Southern seguía presionando en las esferas de la alta coordinación del Estado y los ministerios encargados de la aprobación de las observaciones al EIA de este proyecto. En el mes en curso se terminó de dar la autorización a la explotación del proyecto minero Tía María y con ello se desató nuevamente un ambiente de conflictividad por la defensa del valle del Tambo y la vocación agrícola de sus pobladores. 

La suma de estos elementos que surgen en este contexto de conflictividad, han generado la configuración repentina de un territorio del miedo, en donde existe la sensación de que familias enteras pierdan sus proyecciones de vida en base a la agricultura, además de aparecer en el imaginario de la población nacional, como un lugar en donde si defiendes tu territorio puedes terminar golpeado, preso, condenado o muerto. Por otra parte la desconfianza de vivir en un país en donde los agentes del orden y de las fuerzas armadas defienden los intereses económicos de los empresarios mineros, dejando vulnerables a los pobladores que al hacer ejercicio de sus derechos por la defensa de su territorio, se enfrentan a un escenario en donde el Estado no garantiza la supervivencia de los pobladores del valle del Tambo. 

De esta manera, todos estos conflictos desatados a nivel nacional en donde las empresas mineras imponen sus intereses a cualquier costo, van insertando sensaciones de temor y dibujando un territorio del miedo, malestar que se traduce en la población en un miedo a perder su tierra, la vida y las esperanzas futuras de su identidad.

(1) La huella de nuestros miedos. DUBY, Georges.1995. / CASTEL, Rober. La inseguridad social.2004.